Lluvia, sufrimiento y triunfo en Liniers

10/02/2024

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Mariano Gallo Grandjean

Escrito por:

Mariano Gallo Grandjean

Hincha de Vélez. Referente de la comisión de Marketing UV.

Comisión de comunicación UV.

Bajo el cielo plomizo del Estadio José Amalfitani, el partido entre Vélez y Gimnasia y se erigió como un capítulo redentor para el pueblo Fortinero. La lluvia, inclemente, sirvió de telón de fondo para una noche de redención y pasión futbolística.

Los últimos partidos no habían sido fáciles para el equipo velezano. La claridad táctica se antojaba esquiva, y los resultados dejaban un sabor amargo en la boca de los hinchas. Sin embargo, este encuentro prometía ser diferente, con un Vélez urgido de puntos y sediento de victoria.

Desde el inicio, el equipo local demostró una actitud renovada. Si bien los fantasmas del pasado acechaban, la determinación y el coraje se asomaban en cada jugada. La intensidad del juego no dejaba espacio para la complacencia, y los minutos transcurrían con una tensión palpable en el aire.

Fue en el minuto 41 cuando la fortuna sonrió al Fortín. Valentín Gómez, con la frialdad de un verdadero goleador, desató la euforia en el Amalfitani al convertir el primer tanto del encuentro. El gol no solo significaba un cambio en el marcador, sino también un respiro para un equipo que ansiaba recuperar su mejor versión.

Pero el fútbol es un juego impredecible, donde los destinos se entrelazan en un baile de emociones. Gimnasia y Esgrima La Plata, lejos de rendirse, regresó al campo con renovada energía en la segunda mitad. El empate, obra de Cabral, puso en jaque la fortaleza mental de los dirigidos, pero no quebró su espíritu.

Con el reloj como testigo implacable, Vélez se aferró a su convicción y luchó cada pelota como si fuera la última. La lluvia caía con fuerza, pero el calor de la gente empujaba al equipo que se notaba daba para más.

Y entonces, cuando el partido parecía destinado al empate, llegó el momento decisivo. Un penal a favor del Fortín desató la locura fortinera, pero a su vez emociones encontradas. Aquino, con la responsabilidad de un líder, se hizo dueño de la pelota y terminó en el fondo de la red.

Pero la noche aún guardaba una última sorpresa. En los minutos adicionales, en medio de un contragolpe fulminante, Pizzini sentenció el encuentro con un gol que retumbó como un trueno en el alma de los hinchas velezanos.

Así, entre la lluvia y los cantos de la hinchada, Vélez Sarsfield emergió victorioso, no solo en el resultado, sino también en el espíritu de superación y entrega. Que este partido sirva como un faro de esperanza en los momentos oscuros y como un recordatorio de que, en el fútbol y en la vida, nunca es tarde para levantarse y luchar. ¡Vamos Vélez, con fe y coraje!