Noche soñada

28/11/2024

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Mariano Gallo Grandjean

Escrito por:

Mariano Gallo Grandjean

Hincha de Vélez. Referente de la comisión de Marketing UV.

En en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, Vélez Sarsfield protagonizó una de las remontadas más épicas de su historia de Copas al vencer 4-3 a Boca Juniors en la semifinal de la Copa Argentina. Un partido que tuvo todos los ingredientes: goles, expulsiones, polémicas y emociones al límite, dejando una huella imborrable en el corazón Fortinero.

El encuentro comenzó con Boca Juniors dominando el terreno de juego. Los xeneizes manejaban la pelota y atacaban con insistencia, imponiendo su ritmo y creando peligro en el área rival. Sin embargo, el fútbol tiene esas cosas impredecibles que lo hacen maravilloso. En medio del dominio de Boca, Vélez encontró su oportunidad. Un pase magistral de Claudio Aquino abrió la cancha y generó un contragolpe que luego de una buena tapada del arquero encontró a un Elías Gómez, que ejecutó un centro perfecto al corazón del área. Allí apareció «Panchito» Pizzini, quien con un soberbio «cachetazo» a la pelota, la envió sin pedir permiso al fondo de la red xeneize. Era el 1-0 para Vélez, que golpeaba primero contra el curso del juego.

El gol afectó a Boca, que comenzó a mostrar dudas en defensa. Minutos más tarde, en un desafortunado intento de despeje, el defensor Nicolás Figal impactó la pelota con la canilla, enviándola por encima de su propio arquero y firmando el 2-0 para Vélez. El gol en contra dejó atónitos a los jugadores de Boca y encendió aún más al público Fortinero presente en Córdoba.

Cuando el primer tiempo parecía culminar con una cómoda ventaja para el Fortín, apareció Edinson Cavani para reavivar las esperanzas xeneizes. El delantero uruguayo conectó un certero cabezazo que venció a Marchiori, descontando para Boca al filo del descanso y dejando el marcador 2-1. Este gol revitalizó al equipo de La Ribera y prometía un segundo tiempo, como mínimo, picante.

La segunda mitad inició con alta intensidad y rápidamente Luis Advíncula, quien ya había sido amonestado al final del primer tiempo en una jugada que muchos consideraron merecedora de roja directa, vio la segunda amarilla tras una dura entrada. La expulsión dejó a Boca con diez hombres y obligó a Gago a reacomodar el equipo, realizando cambios estratégicos para sostener el mediocampo y la defensa.

A pesar de estar en desventaja numérica, Boca no bajó los brazos. Al minuto 70, el «Changuito» Zeballos igualó el marcador con un disparo preciso que igualó el marcador. Diez minutos más tarde, Belmonte apareció para dar vuelta el partido, marcando el 3-2 que parecía sentenciar el encuentro y ponía en un estado de éxtasis al mundo Boca. El estadio Mario Alberto Kempes era una caldera, con un Boca ganador y confiado y un Vélez sumido en la incertidumbre.

Gago, buscando asegurar el resultado, retiró del campo a Cavani y Zeballos, sus principales armas ofensivas, para fortalecer la defensa. Este movimiento resultó ser un arma de doble filo, ya que los cambios que metió Quinteros dejaban a Vélez con un doble 9 y un «Chiqui» Bouzat brillante, quien se convirtió en el héroe inesperado de la noche cordobesa.

En el minuto 85, «El Chiqui» capitalizó un error defensivo para empatar el partido 3-3. La energía en el estadio cambió drásticamente. Vélez siguipo empujando a todo o nada con un Boca ya sin poder ofensivo y solo cinco minutos después, en el 90, Bouzat volvió a aparecer jugandose el todo por el todo en el área rival, llevandose puesta la pelota para hundirla en la red y lograr algo completamente impensado menos de 10 minutos atrás. La remontada estaba consumada. En cuestión de minutos, Boca pasó de la gloria a la desazón, mientras que Vélez a puro corazón y juego logró el pase histórico a su primera final de Copa Argentina.

Pero la historia no termina acá. Vélez continúa en la pelea por el torneo local y ya tiene la mente puesta en su próximo desafío: un partido crucial el domingo 1 de diciembre a las 19:15 hs. con Sarmiento de Junín. Una victoria no solo acercaría al equipo a otro de sus objetivos, sino que le daría otro envión anímico al equipo que viene de empatar 6 de los últimos 7 partidos.

Lo ocurrido en el estadio Mario Alberto Kempes no es una simple victoria; es una lección de carácter y determinación, una demostración de que nunca hay que rendirse aun cuando todo parece perdido. El camino hacia los objetivos es desafiante, pero el sueño está más vivo que nunca en Liniers.

¡Vamos Vélez!